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EL EFECTO KULESHOV, O EL CINE BUSCANDO DESPERTAR LOS OTROS SENTIDOS A PARTIR DE LA VISTA.

Cuando los soviéticos descubrieron que no tenían material para realizar películas a mediados de la década de 1910, decidieron estudiar las películas que ya existían, principalmente las estadounidenses. Esto, además de crear la primer escuela de estudios cinematográficos, abrió la posibilidad de explorar la cinematografía desde otra perspectiva y de entender las articulaciones que le pertenecen a este medio. Entre los grandes descubrimientos fue el relacionado al montaje, concepto tomado de los franceses en cuanto al orden que deben tener las imágenes en una película para generar una lógica secuencial y entendible para el público que observa la cinta. Los soviéticos descubrieron que este "ordenamiento" de las imágenes en la banda visual posibilitaba una especie de lectura muy específica de lo proyectado, a lo cual se le llamó "el efecto Kuleshov". 

Lev Kuleshov fue uno de los fundadores de la primer escuela de estudios cinematográficos ubicada en Moscú a finales de 1919. Entre sus teorías destaca el mencionado "efecto Kuleshov", el cual experimenta con tres pares de imágenes. En el primer par vemos a un hombre con una expresión nula viendo en dirección a la cámara, después vemos la imagen de un plato de sopa y, al preguntarle a la gente que significaba esta relación, la mayoría contestaba que el hombre tenía hambre. El segundo par de imágenes era la del mismo hombre con la misma expresión y la siguiente era la de una niña dentro de un ataúd, la reacción general ante esta relación era la de tristeza y, finalmente, el tercer par era el mismo hombre pero ahora seguido por la imagen de una mujer recostada en un diván,  la cual representaba para muchos una situación de lujuria. 




Imágenes que utilizó Kuleshov para ejemplificar su teoría sobre montaje.
(Efecto Kuleshov)

Esta articulación de las imágenes se volvió muy importante para el naciente cine ruso, expresado principalmente por Sergei Eisenstein, director de cine que es recordado por su película "El acorazado Potemkin", la cual pasó a la historia del cine por el uso de este efecto de manera que, a partir del constraste de las imágenes durante el ataque de soldados hacia civiles en la escaleras del puerto de Odesa, se convirtió en un exponente de cómo la cinematografía puede manipular las relaciones emotivas que tenemos con el cine.



Algunas de las imágenes que articulan el montaje de la escena
en las escaleras de Odesa para la película  "El acorazado Potemkin".
(Eisenstein, 1925)

Cuando Juhani Pallasmaa menciona los cuatro sentidos que explora la arquitectura alejada del aspecto exclusivo de la visión, me hace pensar en el efecto Kuleshov y cómo éste podría estar vinculado a una reacción específica en la cinematografía. Claro, esta relación está sujeta a lo visivo, pero busca llegar a los otros sentidos a partir de relaciones que se pueden lograr a partir de las imágenes cinemaográficas. Cuando Mario Pezzella habla de un cine crítico-expresivo, precisamente se refiere a lo que Pallasmaa busca con la arquitectura, esto es una experiencia sensorial que permita establecer el cuerpo en el centro de esa construcción que es la película, como si se tratara de un espacio que trasciende lo visual y afecta a todos los sentidos. El cine crítico-expresivo busca establecer estos vínculos con el espectador a partir de articulaciones que son posibles con la imagen, rompiendo con esa barrera que divide al sujeto del objeto voyeurístico y sin compromisos que ofrece el cine espectacular-narrativo.

Aunque el efecto Kuleshov ya está más que superado y se ha explorado desde otras teorías más contemporáneas, su manera de establecer una relación visual que llegue a los sentidos es, sin duda, una de las formas más claras en las que la cinematografía a logrado no solo despertar emociones profundas en la audiencia, sino crear sensación de escozor en la piel, acidez en la boca, estridencias sonoras y pestilencias olfativas. Solo hay que saber articular una imagen con otra.


Mosaico de imágenes que ilustran el efecto Kuleshov aplicado en
los sentidos del gusto, el oído, el tacto y el olfato.

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